Escribir para otros, escribirnos a nosotros mismos
Hoy quiero llevarte a un viaje muy especial: el de las cartas. Sí, las cartas de verano. Esas que quizá escribiste alguna vez a un amigo en vacaciones, a un amor lejano, a la familia que esperaba noticias desde otra ciudad.
Imagina abrir un sobre después de días de espera. La emoción de reconocer una letra, de percibir un olor impregnado en el papel, de leer frases que alguien pensó especialmente para ti. Ese tiempo de espera, tan distinto de la inmediatez del correo electrónico, tenía algo mágico.
1: El valor de escribir cartas en verano
El verano siempre ha sido un tiempo propicio para las cartas. Porque nos alejamos de nuestro entorno habitual. Porque sentimos más intensamente. Porque la distancia despierta el deseo de compartir.
Hoy, aunque la mensajería instantánea domine nuestra vida, todavía podemos recuperar ese placer antiguo: redactar una carta, ya sea en papel o en formato digital, pero con la misma calma y el mismo cariño.
2: Confesión personal
Te confieso algo: aún conservo algunas cartas de verano de mi adolescencia. Cartas que me escribían amigos cuando regresaban a su pueblo, o que yo enviaba desde un campamento. Al releerlas, vuelvo a sentir la emoción de entonces: la espera, la amistad, las palabras escogidas con cuidado.
Y me doy cuenta de que escribir cartas fue también una manera de conocerme mejor. Al hablar a otro, me hablaba a mí misma.
3: Ejercicio guiado – Una carta imposible
Te propongo escribir una carta ahora mismo. Una carta imposible. Puede ser a alguien del pasado, que ya no está. A ti mismo de niño. A un personaje literario. O incluso al verano como estación. Ejemplo:
“Querido verano,
te escribo desde la sombra de un árbol que apenas me protege. Has vuelto con tu calor abrasador, con tus tardes interminables. Sé que a veces me quejo de ti, pero en el fondo me das lo que más necesito: un tiempo distinto para escribir.”
Escribe tu propia carta. No importa a quién, lo importante es que dejes fluir lo que tengas dentro.
4: Recomendaciones prácticas
- Usa papel si puedes: el ritual de escribir a mano es poderoso.
- Decora tu carta con un dibujo, una hoja, un recuerdo.
- Si escribes digital, hazlo sin prisas, cuidando cada palabra.
- Date el gusto de enviar al menos una carta real este verano.
Recapitulación
Piensa que una carta es siempre un puente. Entre el tú de ahora y el tú de ayer. Entre tú y otra persona. Entre un lugar y otro.
Que este verano, en medio de tanto ruido y rapidez, puedas regalarte el gesto antiguo y tierno de escribir cartas.
