Hablemos con franqueza de uno de los momentos más temidos por quienes empiezan una tesis doctoral: ese instante, largo como una eternidad, en que te sientas frente al teclado y… no sabes por dónde empezar.
Ese momento en el que el cursor parpadea, los libros te miran desde la estantería, y tú piensas: “todavía no estoy listo”.
Déjame decirte algo importante: nunca te vas a sentir del todo listo.
El mito del momento perfecto
Muchos doctorandos esperan ese día milagroso en que el cielo se despeje, las ideas se ordenen mágicamente y el capítulo fluya como agua. Pero la escritura no funciona así.
Escribir la tesis es construir mientras caminas. Es pensar con las manos. Y es justo eso lo que hoy quiero proponerte: que empieces a escribir aunque no esté todo claro.
Miedo 1: No saber por dónde empezar
Aquí va una confesión: nadie sabe por dónde empezar del todo. Y eso está bien. Lo importante es empezar por algún sitio. ¿Tienes una cita clave? ¿Una idea que te obsesiona? ¿Un autor al que quieres criticar o defender? Empieza por ahí.
Consejo práctico: abre un documento que se llame “borradores”. No importa si escribes ideas sueltas, fragmentos, incluso párrafos que luego borrarás. La escritura académica nace del caos, no del orden. El orden se impone después, durante la revisión.
Miedo 2: Sentir que no tienes nada original que decir
¿Quién soy yo para escribir una tesis?, te preguntas. Como si no tuvieras derecho a aportar una mirada, una interpretación, un método. Pero escucha esto: la tesis es tu entrenamiento como investigador. No tiene que descubrir América. Tiene que demostrar que sabes investigar, argumentar y escribir con rigor.
Ejercicio mental: reformula esta pregunta —“¿qué puedo aportar yo?”— en otra: “¿desde qué ángulo puedo mirar este tema que otros han pasado por alto?”
Miedo 3: Vergüenza al escribir
Sí, escribir da pudor. Y si además sabes que tu director la va a leer, te bloqueas más. Pero recuerda: tu primer borrador no es para tu director, es para ti. Es tu campo de pruebas. La tesis se escribe muchas veces: la que tú escribes, la que tu director comenta, la que tú corriges… y así hasta el texto final.
Miedo 4: Compararte con otros
Ves a compañeros que ya han entregado capítulos, que publican artículos, que dominan su campo… y tú aún estás atrapado en un párrafo.
No te compares. Cada tesis es única. Cada camino, distinto. Y, muchas veces, las apariencias engañan: hay quien parece avanzar muy rápido y luego se atasca. Tú ve a tu ritmo, pero no te detengas.
Ritual de comienzo: un acto simbólico
Haz del comienzo de tu tesis un acto ritual: elige una libreta, una canción, un rincón tranquilo. Siéntate con la conciencia de que ese texto no será perfecto. Solo necesita existir. Después vendrá el momento de pulirlo.
Así que hoy, te propongo que no esperes más. Abre un archivo. Escribe un título provisional. Un párrafo. Una idea. Pero hazlo. El miedo se vence escribiendo. La tesis empieza… cuando te das permiso para equivocarte.
